Arrepentíos, pecadores hijos de puta! Sí, ya sé que a veces yo mismo he caído en los inmundos pantanos del pecado y la depravación... Sí, yo mismo (este pilar de moralidad que soy) he, alguna vez, dudado de la existencia del Altísimo, aquél que es tres y es uno; aquel que de ser verbo se hizo carne y se entregó como cordero al sacrificio inevitable para nuestro perdón. Ahora me arrepiento... ahora... he visto la Luz y la Verdad y la Vida. Cristo me habló y dio muestra de su poder, y para esto eligió el lugar más humilde que existe: el culo de mi perro. Ah! no juzguéis, impíos, la indignidad de la aparición, más bien entregaos a la contrición y al arrepentimiento que vuestra debilidad de corazón os perderá. Uníos a este nuevo grupo de oración que estoy encabezando yo, su profeta e intérprete, su lider espiritual. Uníos a la Santa Iglesia Evángelica Culoperruna de la Aparición del Bendito.
Amén.